Pero hace casi una década, la minería de óxido de hierro a cielo abierto empezó a amenazar esa relación. El Estado hondureño no ha protegido los bienes comunes ni a las mujeres y hombres que llaman a este territorio su hogar, obligando a las comunidades a organizarse para defenderla y denunciar los abusos y las violaciones de los derechos humanos en torno a su intalación.

Hemos hecho todo lo posible para proteger la montaña y los ríos, pero como resultado, ha habido criminalización y detención arbitraria, amenazas y hostigamientoy personas asesinadas, y la montaña ha sufrido.